La flexibilidad de la tecnología hace referencia a la
amplitud o facilidad con que las máquinas, el conocimiento técnico y las
materias primas pueden ser utilizados en otros productos o servicios. También
se aplica a tecnologías que han evolucionado o se han adaptado rápidamente con
el tiempo.
En
otras palabras, una tecnología flexible es aquella que puede emplearse en
distintos ámbitos o áreas de aplicación. Por ejemplo, un chip puede
emplearse en tarjetas de crédito, pasaportes, televisores, computadoras e
incluso en personas y animales.
Otro
ejemplo es de tecnología flexible es Internet, permite ser aplicada en
múltiples ámbitos y adaptarse fácilmente a estos, además de encontrar nuevos
usos rápidamente.
No
necesariamente las tecnologías flexibles tienen que ser objetos tecnológicos,
también pueden ser procesos tecnológicos e incluso teoría tecnológica. Siempre
que sean fáciles de adaptar y aplicar en múltiples ámbitos.
Por
ejemplo, la tecnología de simulación por computadora es otra tecnología
flexible, que puede aplicarse desde el simple entretenimiento (como las
películas 3D), hasta investigaciones científicas (simulación del clima, de
procesos químicos, físicos y biológicos), etc.
Las
tecnologías flexibles tienen ciertas ventajas como una mejora en la
productividad de una empresa por utilizar máquinas, técnicas, procesos y
productos u objetos tecnológicos ya probados y de fácil adaptación.
Industrias
que hacen mucho uso de tecnologías flexibles o que son en sí mismas tecnologías
de rápida adaptación son la industria de los medicamentos, la industria
alimenticia, industria la automotriz, la industria informática, la industria
del entretenimiento, etc.
La
tecnología flexible contrasta con las tecnologías fijas. Estas últimas son
tecnologías que difícilmente puedan aplicarse con una utilidad distinta para la
que fueron creadas. Incluye también tecnologías cuyos avances no son fuertes a
lo largo del tiempo. Para más información ver: tecnologías fijas.
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